Nunca le había pasado algo así. No podía aguantarse de la vergüenza. Y el chico sólo había empeorado las cosas.
Ahora todo el mundo la miraba a ella y a su pelo. La enfermera pidió a gritos que alguien buscara ayuda. El director se apresuró a llamar al padre de la niña para explicarle que jamás había hecho algo parecido. Dios mío, pensó ella, ¿era realmente tan grave?