Mareo
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Christian exigió saber qué estaba pasando, pero Hannah no podía dejar de llorar. Ni siquiera podía articular una palabra entre sollozo y sollozo.
No sólo estaba triste por su cabeza, sino también decepcionada por haber estado tan loca por los chicos e incluso haber llegado a cambiarse el peinado. Debería haber sabido lo inmaduros y mezquinos que eran los chicos de su edad. Estaba mortificada.