“¡Para!”
La peluquera comenzó a peinar el cabello de Hannah, que llevaba semanas sin poder hacerlo por sí misma. Pero cuando la peluquera empezó a tirar, se produjo de nuevo esa extraña sensación de arrastre. Hannah le gritó que parara.
La peluquera se quedó helada, preguntándose qué demonios le había pasado. Miró más de cerca.