Furia
Cuando su cuero cabelludo se hubo curado lo suficiente y pudo por fin tratar los piojos, concertó otra cita con su peluquero. Decidió teñirse el pelo de rojo.
No sólo le gustaba el color, sino que también quería que representara la profunda ira que sentía. Todavía pensaba hacer pagar a aquel chico del colegio.